Más allá de los perros de Pavlov

El EDI

Más allá de los perros de Pavlov.

Lucas Iván Samuel

Resumen

Pavlov  descubrió, mediante su famoso experimento, uno de los mecanismos por los que aprendemos: el condicionamiento clásico. Este artículo busca profundizar en este proceso de aprendizaje valiéndose con ejemplos que comprenden tanto a este experimento como a otras situaciones de nuestra vida.

Introducción

Suena la alarma. Es invierno, la cama está tibia y mi frazada de tigre me envuelve, dificultando lo que sigue: enfrentar mis responsabilidades. Momento horrible, si los hay. Pero no todo es desgracia, hoy tengo la oportunidad de escribir sobre un tema que, aunque resulta conocido, no es del todo comprendido. 

A lo largo de mi no tan extensa cursada en la Facultad de Psicología escuché más de una vez sobre el condicionamiento clásico, un mecanismo de aprendizaje definido como el “proceso mediante el cual un estímulo adquiere la capacidad de elicitar una respuesta debido a su emparejamiento repetido con otro estímulo que ya la producía” (Fernández et al ., 2017, p. 82). Bueno, pero ¿qué significa esto?

Una forma de clarificar esta definición consiste en mencionar situaciones reales en las que se vea involucrado este proceso de aprendizaje. Es en ese momento en donde encuentro un aspecto en común en gran parte de los acercamientos que tuve al tema: en general, los ejemplos utilizados se limitaban solamente en alusiones a los famosos perros de Pavlov (véase Pavlov, 1927). Si bien en este artículo se hablará de este famoso experimento, también se recorrerán situaciones de la vida (más precisamente de la mía) con el fin de comprender un poco más a qué nos referimos cuando hablamos de condicionamiento clásico. Y, en el proceso, tratar de ir un paso más allá de los perros de Pavlov.

Desarrollo

El experimento realizado por Pavlov consistía en que unos perros eran alimentados en presencia del sonido de un metrónomo logrando que, posteriormente, el sonido de este baste para provocar salivación en los mismos (Miltenberger, 2013). Es decir, el sonido del metrónomo (que en principio no provocaba ninguna respuesta, por lo que sería un estímulo neutro) adquiría la capacidad de elicitar en los perros estudiados una respuesta refleja de salivación (volviéndose entonces un estímulo condicionado), debido a su emparejamiento repetido con la comida (que en tanto estímulo incondicionado, ya provocaba esa respuesta de forma innata) (Fernández et al., 2017). Este experimento demostró que un reflejo podía condicionarse, diferenciando así los reflejos innatos de los aprendidos o condicionados (Fernández et al., 2017), descubriendo el proceso de condicionamiento clásico (Miltenberger, 2013).

Dicho esto, no busco negar la gran utilidad que representa conocer sobre la investigación que sentó las bases para los primeros trabajos sistemáticos sobre condicionamiento clásico (Fernández et al., 2017). El punto es que, si en nuestros primeros acercamientos al tema los ejemplos solo se limitan a este caso, se puede dificultar el comprender de qué forma podría ocurrir tal aprendizaje en nuestra vida. Si bien el humano presenta un repertorio conductual tremendamente complejo (Skinner, 1994), el condicionamiento clásico se hace eco en muchos momentos de nuestra vida (Domjan, 2019). Froxán (2020) menciona el importante rol que ocupa este mecanismo de aprendizaje en la explicación tanto de conductas sencillas (por ejemplo, dar un salto ante un sonido repentino), como de conductas de mayor complejidad (como lo sería responder con aversión ante alguien con ideas políticas contrarias a las nuestras). Con la intención de mostrar de qué manera (aclaro, una de tantas) influye el condicionamiento clásico en nuestra vida, quisiera traer un ejemplo basado en la mía. 

Mis días empiezan siempre de la misma forma: con la alarma expulsándome de la cama. Pero mi alarma no es un sonido predeterminado del celular, sino que es nada más y nada menos que Eye of the Tiger (sí, el tema de la peli de Rocky). ¿El por qué me hice eso? Solía escuchar esa canción en el gimnasio, donde estaba muy alegre y motivado. Con el tiempo (y con el frío) dejé de ir, pero el volver a escucharla me hacía sentir tan bien como cuando estaba entrenando. Eye of the Tiger terminó adquiriendo la capacidad de elicitar respuestas emocionales agradables debido a su emparejamiento con el gimnasio, que ya provocaba dichas respuestas. 

Una aclaración importante. En el ejemplo de los perros de Pavlov un sonido se empareja con la comida, la cual es un estímulo incondicionado que ya provoca respuestas reflejas innatas. Y en el mío, una canción se empareja con el gimnasio, que claro, no provoca respuestas de forma innata (sino que las respuestas que provoca son aprendidas, es decir, es un estímulo condicionado). Entonces, en este caso, ¿cómo pudo haberse dado dicho aprendizaje? Esto sucede por lo denominado como condicionamiento clásico de segundo orden, un proceso mediante el cual no haría falta exponerse a un estímulo incondicionado, ya que en este caso el condicionamiento puede darse directamente frente a un estímulo condicionado, extendiendo así las posibilidades de aprendizaje (Fernández et al., 2017).

Ahora sí, volviendo al tema de la alarma ¿qué mejor que comenzar el día “bien arriba” con Eye of the Tiger? Spoiler: no resultó como lo había planeado. Con el tiempo, la canción dejó de estar asociada al gimnasio y la respuesta emocional agradable que provocaba se empezó a reducir. Fernández et al. (2017) definen como extinción al proceso por el cual decrecen las respuestas condicionadas que provoca un estímulo condicionado. Además, agregan que esto sucede debido a que dicho estímulo condicionado se presenta de forma repetida y sin estar acompañado de aquel otro estímulo con el que estaba emparejado. En mi caso, todas las mañanas empecé a escuchar la canción sin que se encuentre emparejada de aquello que la había acompañado en el proceso de condicionamiento (es decir, del gimnasio).

Por otra parte, la canción pasó a predecir el momento de despertarme (que, como mencioné al comienzo del artículo, me parece horrible). De esta forma, Eye of the Tiger no solo dejó de estar emparejada con lo que me provocaba alegría, sino que pasó a predecir algo que odio. Y, como resultado, hoy ya no puedo escuchar esa canción por el malestar que me provoca. A este proceso por el cual un estímulo que provocaba respuestas agradables pasa, en su lugar, a elicitar otras de naturaleza contraria (en este caso, desagradables) se lo llama contracondicionamiento (Froxán, 2020). Por lo tanto, el condicionamiento clásico resulta implicado tanto en el desarrollo de respuestas emocionales positivas como negativas (Watson, 1924). En fin, configurar como alarma una canción que me gustaba resultó ser una excelente forma de arruinarla (¿quién lo diría?).

Conclusión

Dar ejemplos que impliquen situaciones de nuestra vida puede facilitar el entendimiento del tema. Aun así, no a todas las personas el gimnasio les provoca emociones agradables, ni tampoco a todas nos motiva escuchar Eye of the Tiger. Si bien el condicionamiento clásico es un mecanismo por el que todos los individuos aprendemos, el tipo de respuesta que provoca un estímulo condicionado va a depender de la historia de aprendizaje de cada persona, es decir, de sus experiencias de vida. Asimismo, el ejemplo dado se corresponde con un condicionamiento clásico de tipo emocional, pero además de este hay muchas otras áreas en donde este mecanismo de aprendizaje está implicado, como por ejemplo la interacción verbal en terapia (Pereira et al., 2019), la tolerancia ante ciertas drogas (Siegel, 1983), e incluso la respuesta inmunológica (Borrás, 1994). Además, si bien se mencionó a la extinción, al condicionamiento clásico de segundo orden y al contracondicionamiento, estos no son los únicos procesos relacionados con el condicionamiento clásico. Quienes gusten profundizar en el tema pueden hacerlo en alguno de los manuales recomendados al final del artículo (véase Miltenberger, 2013; Fernández et al., 2017). 

Puede parecer que conocer cómo aprendemos hará menos “mágica” o disfrutable la vida, por lo que, a modo de cierre, resulta oportuno traer algo dicho por Skinner (1994) en su libro Sobre el conductismo: “Los que entienden en teoría o historia de la música no por eso disfrutan menos de la música, y tampoco los que entienden las técnicas de los artistas o la historia del arte aprecian menos las pinturas” (p. 221).

Material ampliatorio (manuales recomendados):

  • Fernández, V. P., Domínguez, M. T. G., García, A. G., & Bujedo, J. G. (2017). Procesos psicológicos básicos. UNED-Universidad Nacional de Educación a Distancia.

  • Miltenberg, R. (2013). Modificación de conducta: principios y procedimientos. Pirámide.

Referencias

  • Borrás, F. X. (1994). Condicionamiento clásico de las respuestas inmunológicas. Revista de psicología general y aplicada: Revista de la Federación Española de Asociaciones de Psicología, 47(4), 429-439. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2385310

  • Domjan, M. (2019). Fundamentos del condicionamiento y el aprendizaje. Editorial El Manual Moderno.

  • Fernández, V. P., Domínguez, M. T. G., García, A. G., & Bujedo, J. G. (2017). Procesos psicológicos básicos. UNED-Universidad Nacional de Educación a Distancia.

  • Froxán Parga, M. X. (2020). Análisis funcional de la conducta humana: Concepto, metodología y aplicaciones (1.). Ediciones Pirámide.

  • Miltenberg, R. (2013). Modificación de conducta: principios y procedimientos. Pirámide.

  • Pavlov, I. P. (1927). Conditioned reflexes (G. V. Anrep, Trans.). Oxford University Press.

  • Pereira, G. L., Hernández, A. R., de Pascual-Verdú, R., & Froxán-Parga, M. X. (2019). Los procesos de condicionamiento clásico en la interacción verbal terapéutica. Revista Mexicana de Análisis de la Conducta, 45(1), 90-110. https://doi.org/10.5514/rmac.v45.i1.70870

  • Siegel, S. (1983). Classical conditioning, drug tolerance, and drug dependence. Research Advances in Alcohol and Drug Problems, 207-246. https://doi.org/10.1007/978-1-4613-3626-6_6

  • Skinner, B. F. (1994). Sobre el conductismo (V. Ortega, ed. y F. Barrera, trad.). Planeta DeAgostini (original publicado en 1974).

  • Watson, J. B. (1924). Behaviorism. WW. Norton