Psicología 101: La motivación

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Psicología 101: La motivación.


Nicolás Vázquez

Resumen

El siguiente artículo intentará explicar uno de los conceptos que forman parte del comportamiento humano, como lo es el de la motivación. 


Introducción


Estoy durmiendo plácidamente en mi habitación. Mi cama es acogedora y cálida. Mientras que el frío invernal me observa desde afuera. De pronto, aparece un estímulo que me despierta y me obliga a salir del bienestar que me generaban las frazadas: efectivamente, sonó la alarma. Este estímulo indica que debo levantarme de la cama y salir a enfrentar una nueva jornada. En ese momento se ponen en juego muchas cosas, pero solo una nos acopia en este artículo: la motivación. Nos proponemos intentar definir este concepto y comprender cómo funciona. 


Desarrollo


Para empezar a echar luz sobre este asunto, es importante aclarar que entender a la motivación como un proceso que explica el porqué de la acción humana es una idea inadecuada e incompleta (Huertas, 1997), ya que en el espectro de razones que determinan una acción no está solo la motivación, sino que existen otras causas que dan lugar a nuestro comportamiento. En materia de comportamiento humano, “querer” no siempre es “hacer”: existen variables personales, contextuales y sociales que pueden llevar a que se lleve a cabo (o no) una conducta. 


Entonces ¿Qué es la motivación? Se puede tomar como definición aquella a la que arriba Huertas (1997), donde enfatiza que la motivación es un proceso psicológico dinámico, en donde se incluyen factores cognitivos y afectivos que influyen en la elección, iniciación, dirección, magnitud y carácter de una acción que persigue alcanzar un fin determinado. La motivación posee un carácter activo y voluntario, persistente en el tiempo, que se adapta según la circunstancia y se encuentra atravesada por factores emocionales. Una acción es motivada cuando esta se dirige a una meta (Huertas, 1997). 


Esto se puede contrastar con el ejemplo antes presentado. En el momento en el que suena la alarma y me despierto, comienzan a jugar los componentes que hacen a la motivación. En primer lugar, si decido que es momento de levantarme, es porque la acción está siendo regulada internamente, es decir  existe en mi decisión algún grado de voluntariedad que me lleva a decidir que es hora de despegarse de las sábanas. Esta elección posee, también, cierto grado del componente afectivo-emocional, ya que se dirige hacia algo que resulta de interés para el individuo. En otras palabras, su objetivo es algo más o menos querido, es decir que busca conseguir, o algo más o menos temido  que busca evitar. Luego,  cognitivamente me ubico en tiempo y espacio, y dirijo mi atención hacia una meta: empezar mi día. Para ello, se elige y se pone en marcha una conducta que sea adecuada para la consecución del objetivo (lo primero será levantarme de la cama, luego lavarme los dientes o desayunar). 


La fuente de nuestra motivación: motivación intrínseca y motivación extrínseca


Teniendo en cuenta lo anterior, la motivación parece ser un proceso que ocurre de forma interna al individuo, “nace” en él y permite conseguir un objetivo. Revee (2003) señala que son las necesidades las que generan estados motivacionales en el ser humano. Es decir que las personas se encuentran motivadas  por la necesidad de realizar una tarea. Pero, ¿esto siempre es así? Observaciones en distintos contextos sugieren que las personas no siempre generan su propia motivación desde el interior, sino que recurren al ambiente para hacerse con ella. Por ejemplo en las escuelas, hay estudiantes que se muestran desinteresados ante las materias. En el trabajo, a veces los empleados son indiferentes y apáticos a la hora de aplicarse a su labor. En los hospitales,  los pacientes sienten poco deseo de hacer ejercicio y rechazan tomar sus medicamentos (véase Revee, 2003). 


Es en estos casos en donde las personas, para realizar una acción, reciben motivación desde el ambiente. Por ejemplo, los maestros observan esta falta de motivación interna y, en respuesta, utilizan calificaciones, stickers, la posibilidad de faltar a las últimas clases de la cursada y amenazas de catástrofe para motivar a sus estudiantes. En el trabajo, los patrones utilizan el sueldo, bonos, suspensiones y amenazas de despido para motivar a sus empleados. En los hospitales, los médicos utilizan órdenes, peticiones de complacer a los familiares y promesas como: «Si tomas los medicamentos más rápido te vamos a dar el alta». 


Para explicar cómo funciona este proceso se presentan a continuación dos dimensiones de la motivación que sirven para entender de donde surge la misma. Estas son: la motivación intrínseca y la motivación extrínseca.


Siguiendo a Revee (2003) la motivación intrínseca se define como la energía motivacional que surge en los individuos a partir de sus propios intereses. Consiste en realizar una actividad, motivada por la satisfacción que produce la realización de esta misma. 


Una acción está intrínsecamente motivada cuando el interés recae sobre la propia actividad. Esta, es un  fin  en  sí misma y  no un medio para otras metas. Son actividades que se llevan a cabo sin ninguna recompensa aparente que la regule. Por ejemplo, aprender a tocar un instrumento o practicar un deporte (Huertas, 1997).


La motivación extrínseca, por otro lado, surge a partir de incentivos y consecuencias del ambiente. Consiste en la determinación para llevar a cabo una conducta en función de las consecuencias que esa acción puede producir en nuestras vidas, ya sea para obtener resultados positivos o evitar los negativos. Por ejemplo, estudiar para un examen presenta las dos caras de la motivación extrínseca. Ya sea que se estudiar para sacar la mejor nota posible (obtener una recompensa), o para evitar desaprobar (evitar una consecuencia negativa o castigo) (Revee, 2003).


En lugar de participar en una actividad para experimentar la satisfacción inherente que ésta puede ofrecer (como en la motivación intrínseca), la motivación extrínseca surge de las consecuencias independientes de la actividad en sí. Es decir, debido a que se desea ganar consecuencias atractivas o, por otra parte, debido a que se busca evitar consecuencias desagradables, es que se ponen en marcha una serie de conductas que van a producir el objetivo buscado (Revee, 2003). 


Vale aclarar que en esta diferenciación no todo es blanco o negro, sino que existen matices. Las conductas motivadas de manera intrínseca o extrínseca pueden verse iguales. Por ejemplo, así como una persona intrínsecamente motivada lee un libro, va a la escuela o a trabajar, la persona motivada extrínsecamente también lo hace. La diferencia esencial entre los dos tipos de motivación radica en el origen de la misma. Con el comportamiento motivado de forma intrínseca, la motivación surge de la satisfacción que proporciona la actividad en si misma. En el caso de la motivación extrínseca, ésta proviene de los incentivos y consecuencias que vienen añadidos a la realización de la conducta (Revee, 2003).


Retomando el ejemplo que se presentó al principio. Supongamos que la razón principal por la cual tengo que levantarme de la cama es porque encuentro placer en salir a correr temprano por las mañanas. En este caso, aquello que me motiva es la realización de la actividad en sí misma, mi conducta está motivada por la satisfacción que me genera hacer actividad física en la mañana. Esto es lo que se entiende como “motivación intrínseca”. Ahora bien, si la razón por la cual tengo que salir de mi casa es para ir trabajar, en este caso, se observa que lo que motiva mi acción es el efecto o consecuencia que otorga la misma. La conducta motivada se vale de un factor ambiental, el cual sería: trabajar a cambio de dinero, o bien, ir al trabajo para evitar una sanción, esto es lo que se entiende por «motivación extrínseca».


En resumen, la motivación es un proceso psicológico que recibe múltiples influencias para ponerse en marcha. Está compuesta por elementos tanto cognitivos, emocionales y ambientales, que van a motivar la puesta en marcha de una conducta con el fin de conseguir un objetivo o alcanzar una meta. No existe un único tipo de motivación, así como tampoco toda acción humana cuenta con ella. Por ejemplo, una acción puede estar determinada por variables personales como las creencias, los conocimientos y los valores de un individuo. Así como también lo puede estar por variables del entorno (Huertas, 1997). 


Cuando una conducta se encuentra motivada, se ponen en práctica mecanismos que eligen, planifican, direccionan y mejoran una acción con el fin de llegar a un objetivo.


Conclusión


Recopilando lo visto hasta aquí, se puede decir que el concepto de motivación sirve para explicar por qué una persona inicia, continua, intensifica y finaliza determinada conducta. Es preciso aclarar que no toda conducta es motivada, existen algunas que se dan de forma involuntaria y que están condicionadas por un estímulo externo.

La motivación se entiende como un proceso psicológico, que toma en cuenta tanto lo cognitivo como lo afectivo a la hora de ponerse en marcha. Es con la motivación con la que elegimos, direccionamos, planificamos y ponemos en marcha una conducta que va a dar con un objetivo establecido de antemano. La motivación puede provenir de una fuente interna, que consigue satisfacción en la realización de la actividad misma, o de una externa, donde se persigue el obtener una recompensa a cambio de realizar la acción, o bien, realizarla para evitar una pena o castigo.


En suma, la motivación es aquello que se pone en juego cuando, temprano en la mañana, decidimos poner en marcha una conducta para salir de la cama y enfrentar el día. Ya sea porque se halla placer en alguna actividad matutina, o porque se busca conseguir una recompensa mediante esta. En conclusión, la motivación es también lo que se ejecuta a la hora pensar, planificar, recopilar información y redactar un texto que hable de la motivación.


Referencias bibliográficas:


– Huertas, J. A. (1997). Motivación. Querer aprender. Aique. 


– Revee, J. (2003). Motivación y emoción. McGrawHill.